De la cultura de Cabral.

Cano el rebelde
(De los cabraleños guapos)

Por JULIO GOMEZ F.

(Cabraleño)

Luís Antonio Féliz Alcántara (cuya popularidad le nació con el corriente apodo de “Cano”), en años atrás (década del 70), fue de los personajes más guapos y decididos de cuantos han nacido en tierra rinconera. Se trataba de un individuo relativamente joven --no más de treinta y cinco años-- y de contextura atlética, de color claro y cabellos ordinarios. Este legendario Cano, cuando en ocasiones caminaba las calles caliente bajo los efectos del alcohol, se transformaba en una especie de superhombre; tanto, que a veces incluso parecía ver y con aire demoníaco con su guapeza desafiaba a la propia muerte.  Se decía incluso, que la muerte le tenía miedo. Como un rebelde social que era, no se sabe la razón, este temido Cano, caminando en ocasiones las calles del pueblo solía introducirse en algunas iglesias, en la católica y las evangélicas, y sin hablar con nadie ni con ánimo de interrumpir el culto, entraba y sentaba callado y reverente en los primeros bancos, frente al predicador, cual si fuese uno más de la feligresía. Y su presencia y aparente prudencia provocaba pánico en las congregaciones donde se introducía, ante la posibilidad de que provocara algún lío.  Mas no ocurría así, pues luego de un rato abandonaba tranquilo el lugar.

Eso sí, que si alguien en la calle le provocaba, ese individuo se llevaba tremendo susto. Y si sus enrojecidos ojos llegaban a ver a un miembro de la Policía Nacional, era peor: ahí mismo se armaba un corre-corre, pues su problema fue siempre los uniformados… La razón? No se sabe. Y cuando se encontraba en natural y nomal estado de ánimo, solía Cano expresar que “no sentía nada contra un civil, y lo abrazaba. No así cuando se trataba de milites o policías.

Y misteriosamente fue muerto este joven rebelde cabraleño en 1974, luego de ser detenido por una patrulla de la P.N. comandado por el comandante apodado Bonsuá, en el sector de La Peñuela, su lugar de origen, desde donde fue trasladado al cuartel policial. Se sabe que estando ya apresado en el destacamento policial y en presencia del propio Comandante, Cano logró sin mucho esfuerzo desarmar a uno de los policías presentes, arrebatándole de la mano la carabina Cristóbal que portaba, rompiéndola en el acto en dos pedazos.

Y el oficial asustado y nervioso, viendo la escena y la actitud desafiante del afamado Cano, le ordenó a uno de los policías presentes dispararle al indomable detenido. Orden que de inmediato ejecutó el subalterno; cayendo al suelo desplomado el malogrado, quien daba muestras de estar vivo; y fue ahí cuando el propio oficial le ordenó a un policía revisar su cuerpo, encontrándole adherido el resguardo que el rebelde portaba siempre. Y luego de esa acción, el propio oficial sacó su pistola y con ella, en el acto le hizo un disparo al cuerpo exánime del afamado rinconero. Fue, según dijeron los propios uniformados presentes, la muerte de Cano un triunfo para ellos.