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sábado, 16 de junio de 2012

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Versos de un triste atardecer

JULIO GOMEZ FELIZ
(Autor Dominicano)

I
Un día hermoso del verano, el menos esperado,

sorprenderán y asomarán por el oriente,

las horrendas crecidas del embravecido

océano de América.

Y él, silencioso, con sonrisa macabra,

arrojará sus aguas incoloras

al el corazón de las llanuras milenarias,

donde yacen desde entonces,

tantas islas indefensas del Caribe;

y azuzarán sin piedad

los indefensos ríos durmientes de antaño.

Se arrojará enfurecido y con saña

sobre las multitudes atónitas

escapando presas de pavor a las montañas.

III

Allí estará irritada la muerte avasallante,

silenciándolo todo sin piedad,

ensayando su danza macabra

con el dolor vergonzante de tantas almas indefensas

arrojadas bajo sus pies.

Ese será el día más breve y amargo de los mortales

que negociaron su fe por las glorias banales.

¡Tanto horror en ese instante!...

Y abajo en las llanuras,

las aguas, sin prisa, saciarán su sed de territorio,

y aquellas almas, cual granel

correrán muchas desnudas

y ansiosas de escapar del maremoto…

Y entonces numerosas multitudes,

cientos, miles,

los fugitivos ansiosos de apropiarse

de un palmo de tierra útil del suelo movedizo y árido,

en sus ansias por la vida,

crearán sus propias alas

y cual gavotas correrán a las montañas

y volarán a las alturas de los  montes del Caribe,

en Centroamérica y las Antillas,

ansiosos de sobrevivencia.

Y por su horror a la muerte,

en sus hombros cargarán consigo

sus crías inocentes.

          III

 Abajo en las llanuras,

quedará envuelto en lágrimas todo el sudor derramado

en muchos años por los labradores empobrecidos

de las ciudades.

Y arriba en lo alto de los montes,

la tierra será reducida y escasa

para tantas almas ansiosas de escapar

del implacable monstruo llegado del abismo.

Y en lo alto de los montes,

llegarán y con furia se pelearán para sobrevivir,

los más indolentes y audaces,

renuentes a la muerte.

Y entonces

los débiles que caerán sin remedio

en brazos de la muerte.
.
            IV
Y de ellos será sin duda

la reminiscencia del pasaje gris…

Y allí cada alma malograda

en pleno sol, buscará su cobijo en las cavernas perdidas;

Y en sus primitivos escondrijos

se conformarán entonces con resignarse a recontar

el tiempo de las arcanas edades.

Y de ellos será tan sólo la reminiscencia

del paisaje gris, en pleno sol,

de la naturaleza malograda bajo el estío.

Y en aquellas horas de dolor escarbarán con sus manos

las entrañas de la tierra

por un mendrugo de pan

V

 ¡Oh destino fatal el de los mortales!

¡Oh muerte hambrienta desafiando al creador!


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